Xerardo RODRÍGUEZ Aquel inmenso Sáhara de mi juventud siempre me pareció un desierto plagado de escondites para los demonios de los que ...
Xerardo RODRÍGUEZ
Aquel inmenso Sáhara de mi juventud siempre me pareció un desierto plagado de escondites para los demonios de los que me hablaba Alí, el único guía capaz de adentrarse conmigo en las cuevas de las montañas negras de Aussert.
Él pertenecía a las tropas nómadas españolas y era musulmán. Rezaba con mucha fe al dios Alá y me contó que había leído el Corán dos veces a sus cuarenta y pico. Era un tipo genial al que le perdí la pista cuando España entregó su patria a Marruecos, pero del que aprendí mi respeto por la Tierra, aunque sea tan árida como la suya.
Ni Alí ni los tuaregs de su raza están de acuerdo con el terror que siembran esos demonios que asesinan a inocentes en nombre del islam, que deben ser hijos de aquellos otros llegados de las entrañas de la tierra por la Puerta del Infierno que me enseñara mi amigo musulmán, de lejos, muy asustado. Espero que un buen día de estos el siroco los ciegue y se los trague la arena para que frene esa ira que les llevó a teñir de sangre el mar. Es posible que en la inmensidad del Sáhara existan unas montañas blancas donde vivan los verdaderos Ángeles de Alá, que según mi Alí serán quienes liberen a la humanidad de tanto mal…
Ese mal que aparece hoy en todas partes y no respeta las leyes de ningún dios. Meses atrás, en el frente de Járpov estuve a punto de perder a mi amigo Fran Sevilla, compañero de Radio Nacional de España : los demonios rusos le lanzaron un misil que impactó a solo diez metros de su coche. Ya sé que a Fran le va esa marcha de ser nuestros ojos y nuestros oídos en todas las guerras habidas y por haber, pero menudo susto.
Le han dicho en RNE mil veces…
—- Vamos, Fran, déjalo, ya pasas de la edad para ciertas cosas.
Aunque se lo pida quien se lo pida, el madrileño Sevilla seguirá siendo uno de los mejores reporteros de guerra del mundo… El peligro va en sus genes.
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| Fran Sevilla |
No sé si aquí en lo de la Guerra será siempre cierto que después de la tempestad vendrá la calma, pero siempre es de esperar que, cualquier día de estos meses que vienen, los hijos de Putin se vayan de esta Ucrania que no les pertenece y vuelvan los ángeles de todos los dioses a hacer sonar sus trompetas de paz.
Hoy el sol se atreve a ratos con las nubes, restos de las tormentas que dejaron lluvia estos días. Hemos de planificar bien los poquitos días que quedan de la primavera, porque en nada llegará el verano y en nada también los días, otra vez, volverán a menguar. El tiempo (el de las horas, no el climatológico) pasa volando. Menos para los que están recibiendo bombas sobre sus cabezas todos los días y viendo caer muertos y heridos a sus lados, como una constante pesadilla que nunca acaba...
¡Maldita guerra!.
