LUNA BLANCA De madrugada se posó la Luna sobre el monte de los sobreiros mientras mis párpados comenzaban a tapar la noche y se iniciaba...
LUNA BLANCA
De madrugada se posó la Luna sobre el monte de los sobreiros mientras mis párpados comenzaban a tapar la noche y se iniciaba en mi mente el sueño de un inacabado viaje a Palestina.
Allá volé rodeado por cincuenta mil almas. Nos transportó la luz atravesando la terrible oscuridad y durante el trayecto no hice más que hurgar en los recuerdos de lo que veo en pantalla.
Palestina se esconde ahora bajo los escombros de edificios cuyas ruinas destacan entre otras ruinas, amontonadas sobre los restos de los edificios derribados por un demente genocida israelí y sus secuaces.
Allí mismo, contemplando a los dioses por los suelos, pensé en la fragilidad de la humana memoria y con cuanta celeridad el olvido alcanza las cosas más trascendentes si la tragedia de la vida se produce más allá de nuestro alcance.
La Luna blanca de esta madrugada… se había posado antes en Gaza. Como te lo cuento.
DESPOBLACIÓN
Un avezado comentarista decía ayer que esta Galicia es la que él había soñado cuando era niño y le hablaban aún de aquella guerra. Se nota que hace tiempo que no pisa por donde pisaba el buey.
Porque ese niño era de aldea, como yo. Supongo que cuando se hizo mayor nadie le enseñó a distinguir la derecha de la izquierda.
La derecha es la franja pobre, la del campo abandonado y el paisaje más desconocido. Hace mucho tiempo nacían en ella niños que jugaban al fútbol y hasta tenían un campo con porterías. Los agros estaban todos cultivados y los montes no se quemaban como ahora. En la aldea había vida y en la villa próxima hasta ferias y fiestas.
La franja izquierda, claro, fue siempre la vecina rica. La del mar, la pesca, los astilleros, la industria, el turismo, el comercio, el empleo fijo y bien remunerado. Sin embargo, los de la derecha aprendieron que su vida estaba dentro de una maleta y por eso se fueron del pueblo para hacer las Américas.
Los de la izquierda llenaron las aulas de la universidad y crearon fábricas de conservas para que trabajaran las mujeres de quienes habían elegido el éxodo.
Por eso la derecha está hoy despoblada, sin gente; y solo los toxos juegan al fútbol, mientras la izquierda, existe y subsiste pese a la madre de todas las crisis.
—– ¿Será verdad aquello que decíamos que iba a ser “unha navallada ao noso país”?
Si la Autopista del Atlántico supuso riqueza para su franja izquierda… tuvo buena parte de culpa en la despoblación de su franja derecha, el interior de esta Galicia que, desde luego, aún dista mucho de la que yo he soñado de niño, cuando en Cudeiro, aún había un ciento de niños jugando felices en el Turreiro.
XERARDO RODRÍGUEZ