LOS PEQUEÑOS ASTILLEROS De los viejos oficios de mar depende la cultura marinera. Especialmente del buen hacer de los carpinteros de ribeira...
LOS PEQUEÑOS ASTILLEROS
De los viejos oficios de mar depende la cultura marinera. Especialmente del buen hacer de los carpinteros de ribeira, conocedores de la ciencia exacta de la construcción de un barco de madera.
No es tarea fácil construir a mano una dorna xeiteira, un bote xaveiro, una gamela o un galeón de los tradicionales de pesca. Es trabajo, además, poco reconocido, que hemos de agradecer a quienes optan por recuperar embarcaciones escasamente usadas en la modernidad.
Tan solo quedan en el país algunos pequeños astilleros que aún se empeñan en la conservación del patrimonio cultural olvidado. Gracias a ellos y a la sabiduría de los viejos marineros, la dorna vuelve a deslizarse, con sus velas de lino, sobre el lecho de la ría.
Los pequeños astilleros de ribeira son los de la tradición pesquera. El origen de la construcción naval. Los que antiguamente construían en las playas, a pie de mar. Desde A Guarda hasta Ribadeo las villas marineras bañadas por Cantábrico y Atlántico presumían de barcos artesanales de madera. Hoy en día continúa esa práctica, aunque ya se han incorporado otros materiales y sobre todo, otros modos de trabajar. La tradición se ha heredado de padres a hijos y las familias, al fin y al cabo, siguen siendo las mismas.
José Losada presume de que sean sus hijos, -después de él, su padre y su abuelo-, la cuarta generación, la que siga trabajando en el astillero que ahora lleva su nombre. Y han cambiado su ubicación otras tantas veces. Empezaron al lado de la capilla de Guadalupe, en Rianxo, de allí fueron a Rinlo, a Noia y vuelta a Rianxo, ahora ya en el puerto.
Dicen que los verdaderos carpinteros de ribeira son los de O Freixo, en Outes. Que antiguamente eran ellos los que iban de pueblo en pueblo haciendo los barcos y de ellos aprendieron los demás. Nos lo dice, como no, un carpintero de O Freixo, José Abeijón, dueño de Astilleros y Varaderos Abeijón Hermanos. Están aquí, en este mismo sitio, desde 1955, desde que su abuelo comenzó un pequeño taller en el que aprendieron los descendientes.
Aquí son unos firmes defensores de la fabricación en madera, por calidad, seguridad, e incluso precio. Porque a pesar de que es un trabajo artesanal, los barcos de madera son más baratos que los de poliéster. Sólo en el casco el precio puede aumentar un 30%. Aquí reparan, hacen mantenimiento y construyen nuevas embarcaciones, como galeones, barcos de pesca o de recreo.
Utilizan como materia prima el pino, pino rojo, eucalipto y roble aunque en algunos astilleros empiezan a integrar también maderas de Guinea.
Los nuevos campos de trabajo se encaminan hacia la embarcación deportiva, nuevos diseños, combinación de materiales y recuperación de patrimonio marítimo.
Ya se han hecho algunos trabajos en ese aspecto. En O Grove, a Irmandiña, una dorna con la que se pretendía cruzar el Atlántico, que recuperaron Hijos de J. Garrido. O la réplica de la carabela La Pinta que luce en las aguas de Baiona, que construyeron Astilleros Castro, en A Guarda. O el Hidria II de Vapores del Atlántico, en O Grove.
Los astilleros de ribeira se han reducido considerablemente en los últimos años. En 1995 había en Galicia 73 establecimientos de construcción naval en madera pero en la actualidad queda solo una tercera parte.
A pesar de estos ajustes del sector, la carpintería de ribeira permanece viva en las costas del país, son los pequeños astilleros, la esencia, las raíces de nuestra historia naval.
Xerardo Rodríguez