
Esta bombilla que ves lleva funcionando en un parque de bomberos de California desde el 1 de junio de 1901. Nunca se apagó y nunca dejó de iluminar esa estancia durante 124 años. Sin embargo, tú estás más que harto de cambiar las lámparas de tu casa cada tres por cuatro, porque con ellas no solo acaban las eléctricas y sus continuos cambios de tensión, sino también la obsolescencia programada.
—- ¿Y eso que es?
Es la mayor “hijoputez” inventada por los “mercados”. Se trata de diseñar un aparato para que, dentro de cierto tiempo, tengas que comprarte otro. Eso es la obsolescencia programada, una sinvergüencería más de nuestro tiempo a la que no hay forma de poner remedio.
Fíjate: una lavadora deja de funcionar a los diez años porque fue manipulada para que dure ese tiempo. Una cocina te durará doce años, un lavavajillas, once; un microondas, diez; una plancha, cinco; una aspiradora, ocho; y un televisor, diez años. Cuando coinciden varios estropicios a la vez, la faena es mayor por el desembolso que incluso nos obliga a hacer nuevas compras a plazos y pagar intereses.
La OCU ha descubierto que esto afecta a los móviles de última generación e incluso a las tablets y ordenadores. Solo se salvan, curiosamente, las impresoras porque… el negocio está en el cartucho, cuatrocientas veces más caro de lo que cuesta su fabricación.
El inventor de la obsolescencia, como no podía ser menos, fue el empresario norteamericano Bernard London, que propuso este sistema como fórmula para salir de la Gran Depresión en 1932. Las autoridades de todos los países desarrollados conocen estos abusos pero les importa más la economía de los mercados que los sufrimientos del consumidor.
Xerardo Rodríguez