El Domingo de Resurrección, también conocido como Domingo de Pascua, es el día central de la fe católica, pues celebra la resurrección de Jesucristo, el triunfo de la vida sobre la muerte y del amor sobre el pecado. Desde la perspectiva católica, este día marca el cumplimiento de las promesas de Dios y la culminación del misterio pascual, que incluye la pasión, muerte y resurrección de Jesús.
La resurrección de Cristo es la piedra angular de la fe cristiana. Según el Catecismo de la Iglesia Católica (n. 638), "la Resurrección de Cristo es un acontecimiento real, con manifestaciones históricamente verificadas", como el sepulcro vacío y las apariciones de Jesús a sus discípulos. Este evento confirma que Jesús es el Hijo de Dios y que su sacrificio en la cruz tiene un poder redentor universal. Por ello, la Pascua no es solo un recuerdo, sino una realidad viva que renueva la esperanza de los fieles en la vida eterna.
El Domingo de Resurrección comienza con la Vigilia Pascual, celebrada la noche del Sábado Santo, considerada la "madre de todas las vigilias". Durante esta liturgia, se enciende el Cirio Pascual, símbolo de Cristo resucitado, y se proclama el pregón pascual, que exalta la victoria de Jesús sobre la muerte. El domingo, las misas están llenas de alegría, con cantos como el "Aleluya", que resuenan tras el silencio de la Cuaresma. La liturgia destaca textos como el Evangelio de Juan (20, 1-9), que narra el descubrimiento del sepulcro vacío por María Magdalena y los discípulos.
Para los católicos, el Domingo de Resurrección es una invitación a vivir una vida nueva en Cristo. La resurrección no es solo un evento del pasado, sino una realidad que transforma el presente. Se anima a los fieles a renovar su compromiso bautismal, rechazando el pecado y abrazando una vida de amor, servicio y esperanza. Es también un recordatorio de la promesa de la propia resurrección al final de los tiempos, como se expresa en el Credo: "Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro".
El Domingo de Resurrección invita a los católicos a preguntarse: ¿Cómo vivo la alegría de la resurrección en mi día a día? ¿Dejo que la luz de Cristo transforme mis acciones y relaciones? Es un día para celebrar la victoria de Jesús, pero también para comprometerse a ser testigos de su amor y misericordia en el mundo. El Domingo de Resurrección es la fiesta de la esperanza, la vida y la renovación espiritual. Es el momento de proclamar con gozo: "¡Cristo ha resucitado, aleluya!", sabiendo que su resurrección abre las puertas de la salvación para toda la humanidad.